La recuperación económica de los EE. UU. ha mejorado a mediados de 2021. Los gastos de los consumidores se están disparando gracias a los esfuerzos de vacunación, los estímulos económicos y las mejores condiciones climatológicas. El mercado de vivienda también se muestra muy sólido, pues las bajas tasas hipotecarias y la alta demanda de adquisición de viviendas, que, en parte, se deben a la pandemia, han impulsado la construcción residencial y la venta de viviendas actuales. Además, el gasto en inversión comercial se está recuperando a medida que las empresas se amplían para cumplir con la demanda que crece rápidamente.

La recuperación de la economía ha llevado la inflación al alza. Los precios de los bienes y servicios que los consumidores compran han aumentado con mayor rapidez en meses recientes, ya que la oferta no ha logrado mantenerse al día con la demanda, la cual es muy alta. La inflación seguirá siendo elevada en el corto plazo, aunque se desacelerará en 2022 y 2023 a medida que la recuperación continúa y las empresas aumentan la producción. Dado que la Reserva Federal está alerta, no es probable que la inflación se salga de control. Sin embargo, el incremento de los precios de muchos de los insumos que utilizan las empresas, incluida la mano de obra, obligarán a las empresas a hacer ajustes.

La inflación es un amplio aumento en los precios a los consumidores en todos los ámbitos de la economía. Esto es más evidente en algunos precios: el precio de un galón de gasolina o el de una docena de huevos. Sin embargo, la inflación incluye todos los tipos de bienes y servicios y no solo unos cuantos que se vigilan de cerca. De hecho, los servicios constituyen la mayor parte de las compras del hogar (más de dos terceras partes en 2019) y son mucho más importantes que los bienes para determinar la inflación a los consumidores.

La Reserva Federal ha fijado un objetivo de inflación del 2 %. Es decir, el banco central quiere que la inflación sea del 2 % en promedio a largo plazo, según se determine usando el índice de precios de gastos de consumo personales. Según la Fed, una inflación promedio del 2 % es la mejor manera para lograr un crecimiento económico estable y un mercado laboral sólido. La inflación se ha mantenido por debajo de este objetivo durante la mayor parte de la última década y fue particularmente débil en 2020, cuando muchas empresas redujeron los precios durante la pandemia a medida que la demanda de sus productos caía de golpe. Entre 2011 y 2020, la inflación promedio fue tan solo del 1.6 % anual, según se determinó usando el índice de precios de gastos de consumo personales básicos (lo que excluye los precios volátiles de los alimentos y la energía). Por lo tanto, para lograr que el promedio vuelva a aumentar a un 2 %, la Fed quiere que la inflación se mantenga un poco más alta en los próximos años.

La inflación ha aumentado en meses recientes. La demanda es muy alta en el caso de algunos bienes y servicios del consumidor, y, en algunos sectores clave (como el sector de automóviles nuevos y usados, el sector de automóviles de alquiler y el sector de aerolíneas), las empresas no han podido lograr el aumento suficiente de la oferta para mantenerse al día con la demanda. Otros bienes están escasos debido a que la pandemia ha interrumpido las cadenas de suministro mundiales. Este desequilibro entre la oferta y la demanda ha permitido que algunas empresas implementen altos aumentos en los precios. Hasta el mes de abril, los precios, con la excepción de los precios de los alimentos y la energía, tuvieron un aumento del 3.1 % con respecto al año anterior, lo que supone la inflación más alta desde principios de la década de 1990. Sin embargo, esa cifra es engañosa, ya que los precios tuvieron una disminución de abril de 2020 debido a la pandemia. En abril de 2021, los precios tuvieron un aumento del 2.5 % con respecto a febrero de 2020, es decir, el periodo previo a la pandemia. Esa cifra sigue siendo mayor a la tendencia reciente, aunque no es tan preocupante.

La inflación del consumidor se mantendrá elevada en el corto plazo, lo que se debe, en parte, a las comparaciones con el periodo de baja inflación observado en 2020 y a los altos precios de algunos de los bienes y servicios relacionados con la pandemia.

Sin embargo, estos factores disminuirán durante el transcurso de 2021 a medida que las empresas aumenten la oferta como respuesta a los precios altos y el crecimiento del gasto de los consumidores cambie de los bienes a los servicios a medida que estos sientan más confianza de salir y los estados relajen aún más las restricciones de la actividad económica. En los próximos dos años la inflación se desacelerará para llegar al objetivo del 2 % de la Reserva Federal. Además, si la inflación en efecto llega a aumentar demasiado según la opinión de la Fed, el banco central tiene las herramientas para enfrentar dicha situación: puede aumentar las tasas de interés para influir en el crecimiento económico y reducir las presiones inflacionarias.

Aunque la inflación al consumidor se mantendrá controlada, algunas empresas se están viendo presionadas por los crecientes costos de los insumos. El índice de precios al productor de los bienes procesados intermedios, es decir, los bienes que se utilizan como insumos para otros bienes y servicios, como el acero y los semiconductores, aumentó casi un 22 % en mayo con respecto al año anterior. Además, los precios de los bienes no procesados utilizados en etapas anteriores de la cadena de suministro, como el crudo, la madera y el mineral de hierro, aumentaron en casi un 58 % durante el mismo periodo. Al mismo tiempo, los costos de mano de obra están aumentando en el caso de muchas empresas debido a las dificultades a las que se enfrentan para encontrar trabajadores.

Las empresas tendrán que decidir qué parte de estos costos más altos se trasladarán a sus clientes. La demanda muy alta y la oferta limitada de muchos bienes y servicios están dando a las empresas una mayor posibilidad de aumentar los precios. No obstante, esta estrategia presenta posibles problemas: después de años en los que la inflación ha sido baja, los compradores tienen cuidado en cuanto a pagar más, y el Internet brinda a los consumidores mayor acceso a información sobre precios. Si las empresas, en efecto, deciden mantener los aumentos de precios, los altos márgenes de ganancias en todos los ámbitos de la economía, por lo general, suponen una fuente de flexibilidad. Estos altos márgenes les permitirán absorber los costos de insumos más altos sin que sus resultados se vean afectados en gran medida.

Es probable que esta presión en los precios de los insumos sea temporal. Las cadenas de suministro se normalizarán y las empresas aumentarán la producción, lo que permitirá que la demanda poco a poco se ponga al día con la oferta y la presión de los precios de los insumos se reduzca. Además, el aumento del costo de la mano de obra probablemente se desacelere más adelante en el transcurso del año, ya que una mayor cantidad de personas ha decidido reingresar a la fuerza laboral debido a la disminución del número de casos de COVID-19, al regreso de la educación presencial y al vencimiento de los beneficios adicionales del seguro de desempleo. Esto ayudará a atenuar la escasez de la mano de obra y la presión salarial.

Tanto la inflación al consumidor como la inflación al productor se han acelerado a mediados de 2021 a medida que la recuperación de la recesión viral ha cobrado fuerza. Sin embargo, gran parte de esta aceleración se debe a factores temporales que se disiparán durante lo que queda de 2021. En el corto plazo, las empresas deberán decidir cómo lidiar con los costos crecientes de los insumos y de la mano de obra, y qué parte de sus costos más altos se trasladarán a los clientes. Además, suponiendo que la Reserva Federal haga su trabajo, no es probable que la inflación se salga de control en el largo plazo.

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