
Por Al Ortiz, jefe de comunicaciones de PNC
Mi primera entrevista en el mundo corporativo fue angustiante, y eso es poco decir.
No estaba nervioso por la entrevista en sí. Ni me sentí abrumado por el brillante piso de mármol o las modernas salas de conferencia equipadas con tecnología de punta en lo que ahora es PNC Plaza en Houston, Texas.
Mi baja autoestima se dio al observar dos empleados que vestían trajes recién planchados que platicaban en el pasillo. Supuse que estaban a mitad de concluir una importante decisión financiera que podría generar un enorme impacto en una empresa pequeña, una corporación, un cliente o una comunidad. Fue una escena intimidante para un joven profesional latino que nunca antes se había encontrado en ese entorno. Esto también trajo una pregunta inesperada a mi mente:
¿De verdad pertenezco aquí?
Foro de líderes hispanos y latinos Unidos de PNC
Nunca me había sentido más fuera de lugar. Antes de la primera pregunta de la entrevista, ya me estaba diciendo a mí mismo que yo no encajaba. Estoy seguro que mi historia no es igual a la de todos los latinos en el mundo corporativo. Sin embargo, no puedo evitar pensar que la mayoría ha luchado con la sensación de pertenencia en algún punto de su carrera.
Esta experiencia ha rondado mi cabeza constantemente en últimas fechas, y con justa razón.
A mediados de septiembre, justo antes de iniciar el Mes de la herencia hispana, asistí al foro inaugural de líderes hispanos y latinos Unidos de PNC en Miami, Florida. La conferencia de dos días reunió un grupo selecto de líderes latinos e hispanos de todo el banco para discutir temas de liderazgo, desafíos y crecimiento profesional, entre otros temas.
Escuché varias historias con las que me pude identificar, especialmente de parte del orador principal. Él habló de cómo inmigró a los Estados Unidos desde España y de su trayecto para adaptarse y aprender un nuevo idioma, y de generar credibilidad de cualquier manera posible, lo que incluyó servir como comando del ejército en Afganistán antes de tener un periodo de éxito en el fútbol americano profesional.
Desafiar las creencias limitantes
Ese concepto de generar credibilidad y encajar fue un tema subyacente durante todo su discurso. Su experiencia tocó una fibra sensible en mí porque yo tomé un enfoque similar en mis primeros días en el mundo corporativo. Opté por pronunciar mi apellido sin un acento español. También tenía cuidado de no revelar demasiado sobre mis raíces mexicanas. También quería presentarme de cierta manera mientras generaba esa misma credibilidad descrita por nuestro orador principal.
Mi aspecto físico también se volvió una obsesión. Mi corbata tenía que estar extremadamente derecha. Mi traje no podía tener ni una sola hebra, sin importar que tan pequeña fuera. Mi ansiedad alcanzaba niveles sin precedentes cada mañana cuando me paraba frente al espejo del baño.
“No tienes que ponerte traje todos los días”, me dijo mi supervisor en una ocasión.
“Está bien, me gusta usar traje”, respondí.
Aunque me encanta ponerme un buen traje, insistí en usarlos porque necesitaba “encajar”. Necesitaba vestirme de una forma mejor a todos los demás. En mi mente, esa era la única manera en que podrían tomarme en serio como latino en el sector corporativo estadounidense.
Una de mis partes favoritas del foro Unidos examinó este tipo de comportamiento durante un seminario sobre desafiar las “creencias limitantes” con respecto a ser tú mismo en el trabajo. El presentador habló sobre ser auténtico en lugar de reprimir partes de tu personalidad, como optar por no hablar español, pronunciar tu nombre de cierta manera o modificar tu aspecto de forma excesiva para cumplir con las normas tradicionales. Todo sonaba muy familiar. Seguía recordando mi primer año en el mundo corporativo y cuántas creencias limitantes no desafié.
La cultura (corporativa) adecuada
Al superar esa obligación autoimpuesta con respecto a ser de cierta manera, hubo dos desarrollos que me ayudaron.
Primero: Con el tiempo tuve la confianza de decidir que sí encajaba. Uno de mis padres en cierto punto trabajó en el mundo corporativo. Pero con el tiempo mis dos padres se convirtieron en propietarios exitosos de una pequeña empresa. Mi educación y el ejemplo que me dieron mis padres no me permitían seguir pensando que el éxito era inalcanzable.
Como nuestro orador principal dijo en su discurso: “La derrota es una decisión personal”.
En segundo término, a medida que pasaba el tiempo trabajando en esta compañía, más me daba cuenta de que mi empleador me veía como una persona única, no solo como un número de ID de empleado ni solo como “un traje y corbata”. Me veían como una persona con determinado origen, raíces, cultura y mucho más. Podía ser yo mismo en el trabajo y no tenía que reprimir las partes que hacen de mí quien realmente soy.
Aprendí que fomentaban la diversidad, la igualdad y la inclusión. Cuando PNC adquirió esa compañía, rápidamente me di cuenta que se regía por los mismos valores.
Lo veo aún más claro después de haber asistido a este foro.
Todo el evento fue complejo, serio y multidimensional. Sin embargo, para mí la conclusión del foro de líderes hispanos y latinos unidos de PNC simplemente fue esta: Me sentí escuchado. Nos sentimos escuchados.
Actualmente más de 6,500 empleados latinos/hispanos trabajan en PNC. El lanzamiento del foro habla mucho del gran compromiso que el banco tiene para escuchar nuestras singulares perspectivas de crecimiento continuo.
Parece que el día en que se realizó mi entrevista con lo que ahora es PNC fue hace mucho tiempo. Pero aún puedo recordar las incómodas emociones que me bullían enérgicamente en la boca del estómago. Ojalá pudiera decirle a mi yo del pasado lo que estaba por venir. Que estaba a punto de entrar a un entorno que no solo acepta tus orígenes, sino que los homenajea y los promueve.
En esa situación, he aprendido que puedes encajar y también prosperar.