En los últimos años, los sistemas hospitalarios y los centros médicos académicos en los Estados Unidos han avanzado cada vez más hacia modelos de aceptación sin efectivo o casi sin efectivo, en particular en relación con las cuentas por cobrar de los pacientes. Este cambio se debe a una combinación de mayores eficiencias, el comportamiento de los pacientes y la evolución tecnológica, aunque no está exento de controversias ni preocupaciones.

Históricamente, los hospitales han aceptado una variedad de métodos de pago, que incluyen efectivo, cheques y tarjetas. Actualmente, las grandes instituciones de atención médica están migrando rápidamente de los pagos en efectivo de los saldos de los pacientes hacia transacciones electrónicas a través de portales en línea, aplicaciones móviles, sistemas telefónicos automatizados y códigos QR. Además, eliminar el uso de dinero en efectivo puede contribuir a mejorar las operaciones y a disminuir riesgos en las áreas donde la atención médica ha mostrado vulnerabilidades.

Motivadores detrás del cambio

1. Costo y eficiencia

El manejo de efectivo puede incrementar las preocupaciones de seguridad y los procesos de conciliación, así como los costos de transporte blindado y de personal. Para los hospitales, en especial los sistemas de salud de gran tamaño que procesan millones de dólares en efectivo físico, las cargas operativas pueden resultar considerables. Los sistemas sin efectivo reducen los costos de procesamiento y son más fáciles de auditar, supervisar e integrar con los registros de salud electrónicos (EHR, por sus siglas en inglés) y con las plataformas financieras. 

2. Transformación digital y comportamiento del paciente

La pandemia de COVID-19 aceleró la transición hacia la adopción de pagos digitales por parte de los consumidores. Varios pacientes prefieren ahora recibir facturas y hacer pagos en línea o a través de dispositivos móviles. Esta preferencia se alinea con las tendencias generales en las finanzas del consumidor, donde las billeteras móviles y los pagos sin contacto (tap-to-pay) se están convirtiendo en la norma. 

3. Optimización del ciclo de ingresos

Los sistemas sin efectivo permiten que los hospitales automaticen determinadas áreas de su ciclo de ingresos, desde las estimaciones de pago previas al servicio hasta la cobranza posterior a la consulta. Esto puede contribuir a aumentar los índices de cobranza y a reducir la duración del ciclo de ingresos, lo cual se ha vuelto cada vez más importante a medida que los hospitales enfrentan márgenes más estrechos y una reducción en los reembolsos. 

4. Cumplimiento y reducción del fraude 

Las transacciones sin efectivo pueden ser más seguras y cumplir con las normativas de la atención médica. También pueden reducir el riesgo de robo, la malversación de fondos y errores en los informes. 

Implicaciones e impacto

A pesar de las eficiencias, el cambio hacia los pagos sin efectivo ha generado inquietudes sobre el acceso y la equidad. Los críticos argumentan que cambiar a los sistemas sin efectivo puede marginar a los pacientes cuya bancarización es insuficiente, lo que representa un total de aproximadamente 5.9 millones de hogares, según datos de la FDIC en 2024[1]. Dichos pacientes a menudo incluyen los hogares de ingresos más bajos, los inmigrantes y los adultos mayores.

Como respuesta a ello, algunas instituciones han adoptado un modelo híbrido o “cash-lite” (modelo en el que el uso de efectivo es más limitado). Estas medidas pueden incluir la designación de ubicaciones selectas para aceptar pagos en efectivo, el uso de kioscos en las instalaciones principales, la oferta de tarjetas de débito prepagadas para reembolsos o saldos de pacientes, o la asociación con servicios de asesoramiento financiero para apoyar las opciones de pago.

Además, es posible que las personas mayores no se sientan tan cómodas al interactuar en línea o al usar la tecnología, como la función de pago sin contacto (tap to pay). Según AARP[2], “solo dos tercios de las personas mayores de 50 años expresan sentirse cómodas con sus habilidades digitales, y ese nivel de comodidad disminuye con la edad".

Para facilitar esta transición, algunos hospitales están invirtiendo en la educación de los pacientes y en servicios de apoyo que fomenten la confianza en el uso de herramientas digitales, además de capacitar al personal para asistir a las personas mayores con los pagos digitales.[3]

Por último, los hospitales que reciben fondos federales o que operan como organizaciones sin fines de lucro pueden enfrentar escrutinio legal o presión pública para mantener cierto nivel de accesibilidad en todos los métodos de pago, incluido el efectivo.

La hoja de ruta 

Considerando que los sistemas de salud de los Estados Unidos continúan avanzando en términos digitales, se prevé el crecimiento del cambio a los pagos sin efectivo. Los hospitales y los centros médicos académicos también pueden buscar un equilibrio entre modernizar la recaudación de ingresos para garantizar la sostenibilidad financiera futura y, al mismo tiempo, mantener la accesibilidad y la equidad en la atención médica para todos los pacientes, independientemente de su forma de pago.  

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Fuente:

[1] Perspectivas de investigación del consumidor – Un análisis más detallado de los hogares no bancarizados: hogares que solo utilizan efectivo frente a aquellos que usan tarjetas prepagadas o aplicaciones de pago no bancarias

[2] Las tendencias de tecnología de 2024 y los adultos de más de 50 años

[3] Los adultos mayores y la tecnología: cómo crear una estrategia de admisión de pacientes que dé prioridad a lo digital y sea incluyente en términos de edad