El miembro del salón de la fama del béisbol Mike Schmidt forjó una carrera basándose en el bateo de potencia (“power hitting”), mientras que su compañero y también miembro del salón de la fama Ty Cobb operó como bateador de contacto en la época de la pelota muerta (“dead-ball era”). Sin embargo, ambos están considerados entre los mejores bateadores de todos los tiempos. Al usar el béisbol como analogía, invertir no siempre significa tratar de hacer un jonrón, ya que lograr llegar a la primera y segunda base a lo largo de una carrera con trayectoria aún puede permitirte llegar al salón de la fama en Cooperstown. Al discutir la asignación de activos con los clientes, tenemos la meta de desarrollar carteras con durabilidad a largo plazo, no de intentar ser el héroe que batee un jonrón con el que se gane el partido. Como dijo Art LaFleur al interpretar el papel de “The Babe” (Babe Ruth) en la película de la década de 1990 The Sandlot (“Nuestra Pandilla”): “Recuerda, hay héroes y hay leyendas. Los héroes son recordados, pero las leyendas nunca mueren”. Preferimos que nuestras carteras pertenezcan a la variedad de las “leyendas”.

Esta filosofía implica crear una cartera que reconozca la naturaleza cíclica de los mercados y que muestre claridad con respecto al potencial de retorno a largo plazo de las clases de activos en las que se invierte. En la actualidad, los fundamentales económicos y los mercados financieros cuentan historias distintas. Los fundamentales económicos sugieren que la economía mundial se encuentra en la etapa de recuperación económica después del impacto devastador y sin precedentes provocado por la pandemia de COVID-19. Por otro lado, los mercados se han recuperado rápidamente de las abruptas caídas observadas en los activos de riesgo durante el primer trimestre de 2020. Las valoraciones de la mayoría de los activos siguen siendo elevadas, lo que es impulsado por niveles históricos de estímulos fiscales y el apoyo sin precedentes de la política monetaria. En un momento en el que diversas corrientes cruzadas dirigen la narrativa del mercado, creemos que es probable que la volatilidad del mercado siga siendo elevada en comparación con los estándares históricos durante un periodo de tiempo prolongado, hasta que se tenga mayor claridad con respecto a la evolución en el futuro de la COVID-19.

A medida que muchos inversionistas que desean obtener rendimientos buscan inversiones que puedan ayudar a lograr sus objetivos de retorno a largo plazo, creemos que la infraestructura puede ser una opción convincente. Aunque la infraestructura es una solución de inversión relativamente nueva para muchos inversionistas estadounidenses, los flujos de activos a la clase de activos sugieren que la demanda está muy lejos de superar el ritmo del suministro de proyectos globales. Además, los proyectos destinados a la energía limpia y el agua brindan una oportunidad exclusiva para actuar como activo generador de ingresos a largo plazo y como inversión de impacto para ayudar a posiblemente satisfacer las necesidades de los inversionistas que se interesan en la inversión responsable, lo que, en nuestra opinión, supone una situación en la que todos ganan.

¿Dónde puedes encontrar puentes derrumbados, apagones eléctricos parciales y escasez de agua de varios años? Aunque no lo creas, la respuesta es ¡en Estados Unidos! La economía más grande del mundo tiene una brecha evidente de inversión en infraestructura que, según calcula la ASCE, asciende a $2 billones en los próximos 10 años. La calidad de las obras públicas existentes probablemente seguirá deteriorándose a menos que se realicen inversiones de capital significativas.

Para los inversionistas estadounidenses, es común relacionar la infraestructura con los proyectos “listos para arrancar” (shovel-ready) que tradicionalmente son financiados por diversas autoridades fiscales a nivel estatal y local. Por ejemplo, en 2017 el gobierno estatal y local invirtió $342,000 millones en infraestructura de transporte e hidráulica, en comparación con los $98,000 millones que invirtió el gobierno federal. La Oficina del Presupuesto del Congreso (CBO) estima que las asociaciones público-privadas han representado tan solo del 1 al 3 % del gasto en carreteras, transporte y agua desde 1990. Sin embargo, desde una perspectiva internacional, la dinámica entre las operaciones de infraestructura financiadas por empresas privadas y por el gobierno es muy diferente. Se están realizando esfuerzos para cambiar el panorama de financiamiento para que coincida con el modelo internacional. A medida que un mayor número de proyectos de infraestructura en todo el mundo son financiados con capital privado, o que la infraestructura existente se privatiza, es probable que el conjunto de oportunidades de los inversionistas se siga ampliando.[1]

A medida que muchos inversionistas que desean obtener rendimientos buscan inversiones que puedan ayudar a lograr sus objetivos de retorno a largo plazo, creemos que la infraestructura puede ser una opción convincente. Aunque la infraestructura es una solución de inversión relativamente nueva para muchos inversionistas estadounidenses, los flujos de activos a la clase de activos sugieren que la demanda está muy lejos de superar el ritmo del suministro de proyectos globales. Además, los proyectos destinados a la energía limpia y el agua brindan una oportunidad exclusiva para actuar como activo generador de ingresos a largo plazo y como inversión de impacto para ayudar a posiblemente satisfacer las necesidades de los inversionistas que se interesan en la inversión responsable, lo que, en nuestra opinión, supone una situación en la que todos ganan.