Una de las preguntas frecuentes en las solicitudes de propuesta de inversión que presentan los planes corporativos de beneficios definidos (DB, por sus siglas en inglés) es cómo lograr el equilibrio entre la inversión activa y la pasiva. Si bien varios asesores de inversiones ofrecen flexibilidad, los patrocinadores de planes buscan cada vez con más frecuencia un marco estructurado que aumente la probabilidad de éxito a largo plazo. Los comités de inversión y sus integrantes pueden tener opiniones firmes sobre la gestión activa frente a la pasiva, moldeadas por sus experiencias previas, ya sean positivas o negativas. Sin embargo, las prácticas recomendadas emergentes comienzan a dejar claro qué segmentos de la cartera son más adecuados para la gestión activa y dónde las estrategias pasivas pueden ofrecer mayor eficiencia y simplicidad.
Asignaciones de cobertura de pasivos
El área más importante para implementar la administración activa en una cartera de pensión es la asignación de renta fija con cobertura de pasivos. Este segmento está diseñado para disminuir el riesgo de las tasas de interés al monitorear de cerca el movimiento de los pasivos del plan. Una práctica recomendada es implementar una estrategia personalizada mediante una cuenta administrada separadamente (SMA, por sus siglas en inglés) o mediante bonos individuales adaptados al perfil específico de pasivos del plan.
En este contexto la administración activa ofrece varias ventajas clave a los patrocinadores de planes:
Equiparación de pasivos precisa:
Las cuentas administradas separadamente gestionadas activamente permiten una alineación más precisa con los flujos de efectivo de los pasivos del plan a lo largo de la curva de rendimiento, lo que reduce la volatilidad de la situación de financiamiento. Existen avances significativos en los fondos de bonos mancomunados, ya sean gestionados de forma activa o pasiva, que quizá no puedan alinearse con la misma eficacia con las características de los pasivos.
Control de calidad crediticia:
Las cuentas administradas separadamente personalizadas facilitan la alineación con los requisitos de los bonos de alta calidad asociados a las mediciones de los pasivos de pensiones. Por el contrario, varios fondos de bonos estándar incluyen concentraciones más elevadas de valores con calificaciones más bajas que quizá no cumplan con estos estándares.
Administración proactiva del riesgo de cartera:
Las estrategias activas de renta fija evalúan por completo la emisión de créditos para identificar señales de dificultades financieras. Las estrategias de renta fija pasiva reaccionan ante las degradaciones de las agencias de calificación crediticia y, por lo tanto, venden las emisiones de la cartera una vez que dichas evaluaciones se han emitido. La evaluación crediticia puede anticipar las dificultades financieras de los emisores antes de que las agencias de calificación crediticia apliquen las degradaciones, y permite eliminar de forma preventiva las exposiciones de la cartera. Esto reviste una importancia particular para las carteras de cobertura de pasivos, ya que los pasivos de pensiones no se ven afectados por las degradaciones ni por los incumplimientos de la misma manera que las carteras de bonos.
Asignaciones que buscan retornos
Los comités de inversión están favoreciendo cada vez más a las estrategias pasivas en la parte de las carteras de beneficios definidos que busca retornos. Este segmento está diseñado para aumentar los activos del plan, ya sea con la finalidad de cerrar una brecha de financiamiento o mantener una posición excedente. Normalmente, las acciones representan las inversiones principales de esta reserva, aunque las asignaciones más amplias también pueden incluir diversificadores como estrategias de crédito, activos reales u otras alternativas privadas.
Para los planes congelados con un descenso controlado de reducción de riesgos, a menudo se hace hincapié en la predictibilidad y en el riesgo reducido específico del gestor. Como resultado, normalmente se prefieren las estrategias de renta variable pasiva, no solo por su capacidad de generar rendimientos similares a los del mercado, sino también por sus comisiones de inversión más bajas, lo que ayuda a reducir el costo total de administrar el plan. Este enfoque permite que los comités centren su tiempo y atención en áreas más estratégicas, como en la salud general del plan y el impacto en el descenso controlado y en los activos de cobertura de pasivos.
Por el contrario, los planes abiertos y continuos que tienen plazos previstos más largos suelen ser más receptivos a la administración activa. Estos planes tienen una mayor flexibilidad para absorber la volatilidad a corto plazo y pueden beneficiarse de la inclusión de inversiones diversificadas y alternativas, áreas en las que la gestión activa se considera una práctica recomendada. Cuando se implementan cuidadosamente, estas estrategias pueden mejorar la diversificación y generar retornos excedentes que contribuyen significativamente a las metas de financiamiento a largo plazo.
Estrategia de descenso controlado
Por último, las estrategias de descenso controlado, que determinan la asignación entre la búsqueda de retornos y los activos de cobertura de pasivos, se deben gestionar activamente. Una vez establecido el descenso controlado, se considera una práctica recomendada monitorear los puntos de activación a diario, lo que permite que los planes respondan con rapidez ante los movimientos favorables del mercado antes de que las condiciones varíen. Confiar en las revisiones mensuales o trimestrales puede provocar la pérdida de oportunidades y una mayor volatilidad en las finanzas del plan, incluido el balance general y los requisitos de contribución. La ejecución oportuna de las acciones de reducción de riesgos mejora la alineación con los objetivos de financiamiento y aumenta la eficacia general de la estrategia de descenso controlado.