Cuando la Dra. Tara Golden, veterinaria de larga trayectoria, dijo su primera palabra, daba vida a su existencia futura. Esa palabra fue: Sikorsky.

“Ese era el nombre del perro de mi familia”, expresó. “Estuvo a mi lado desde que nací y vivió hasta mi tercer año en la escuela secundaria. Fue alguien verdaderamente fundamental en mi vida”.

Al llevar el nombre de Igor Sikorsky, quien diseñó y voló el primer helicóptero viable de los EE. UU., el perro de la familia de la Dra. Golden fue solo el comienzo de su amor por los animales.

La Dra. Golden pasó de rescatar tortugas y mariposas en el patio de juegos del preescolar, a proteger patos y otros animales de la vida silvestre que encontraba en el campus durante su tiempo como alumna de la Academia Naval a finales de los años 90.

Incluso durante su servicio activo en la Marina de los EE. UU., la Dra. Golden nunca dejó de tratar de rescatar a los animales desprotegidos.

“Cuando estuve fuera en Qatar, ayudé a un refugio de perros local que se había quemado”, relata. “Mis colegas de equipo y yo ayudamos en el suministro para sus operaciones y colaboramos en su recuperación”.

Al movilizarse para rescatar animales en cada oportunidad que tuvo, la Dra. Golden terminó creando un servicio veterinario móvil en julio de 2022. La clínica, Golden Paws Veterinary Service and Housecalls,[1] está abierta para todo el público del área de Norfolk-Virginia Beach, en Virginia, pero se especializa en ayudar a los dueños de mascotas en instalaciones de vivienda asistida. El vehículo que le sirve de hospital, llamado cariñosamente Mary Etna, debe su nombre a sus dos abuelas, quienes también sirven de inspiración detrás de la clientela principal de la clínica.

La Dra. Golden compartió su historia única, su amor por los animales, cómo realizar sus operaciones bancarias con PNC le ayudó a comenzar su operación en rápido crecimiento, y lo que diría a otros veterinarios que también están pensando en transformar sus clínicas para que sean “móviles”.

¿Puede describir el proceso qué le hizo convertirse en oficial de vuelo de la Marina de los EE. UU. y posteriormente en veterinaria?

Después de asistir a la Academia Naval, pedí permiso para incorporarme a la escuela de aviación en 1998. Luego de más de 10 años como piloto y de casi 13 años de servicio activo, pasé a la reserva. Deseaba estar en la reserva para poder tener tiempo para asistir a la facultad de veterinaria. Cuando estaba en la reserva, pude utilizar la Ley Post-9/11 GI, la cual proporciona beneficios educacionales a los militares en servicio activo y a los veteranos para asistir a la facultad de veterinaria en North Carolina State. Estudié allí durante cuatro años, obtuve mi título, aprobé el examen del consejo y después de ello trabajé durante un tiempo en el sector privado.

¿Qué le ayudó a abrir su empresa y díganos si tiene algún consejo para los veterinarios que desean abrir su propia clínica móvil?

Ante todo, me entrevisté con varios bancos antes de la apertura. PNC y Pamela Walker, mi gerente de relaciones, fueron determinantes en la ayuda que recibí para poner en marcha mi empresa. Los procesos bancarios eran los más sencillos, diferente al resto de los que pude ver, a la hora de elegir el banco adecuado para mí. No era solamente el hecho de asegurar una buena tasa de interés. Resultaron de gran ayuda al explicarme todo el proceso general del préstamo, me ofrecieron asesoramiento sobre nómina y contabilidad, y otros elementos de ese tipo. Con PNC, describieron todos los detalles de lo que significaba cada paso y la magnitud del riesgo inicial y futuro. También debo mencionar el servicio al cliente. Tengo una relación excelente con mi sucursal local. Me hicieron preguntas relacionadas con la veterinaria y mostraron interés en venir a ver la clínica. Toma tiempo desarrollar ese tipo de relaciones, pero una vez que uno las tiene, no necesita ir a ninguna otra parte.

Como consejo a otros veterinarios les diría que recurran a su red local de veterinarios. He ayudado a veterinarios de otras áreas en sus operaciones y ellos han sido entusiastas animadores de mi clínica. Incluso me han permitido utilizar sus instalaciones cuando lo he necesitado. Resulta muy agradable contar con ese tipo de apoyo de parte de los veterinarios de la comunidad. También, todo el mundo dice que se debe comenzar despacio y poco a poco. Pero yo comencé en grande y ello no necesariamente fue algo malo. Pero considero que empezar poco a poco es un buen consejo, especialmente si se trata de un veterinario móvil que atiende llamadas de visitas a domicilio. Algunos de los veterinarios más exitosos que he conocido trabajaron en sus automóviles durante el primer año mientras esperaban por un vehículo más grande como el Mary Etna.

¿Qué le hizo preferir el modelo de clínica veterinaria móvil que atiende principalmente a dueños de mascotas en comunidades de vivienda asistida?

Hace unos cuatro o cinco años, cuidaba de mis dos abuelas. Me ocupaba sobre todo de mi abuela materna, la abuela Mary, que vivió hasta los 103 años. Durante toda su vida fue muy unida a los perros y gatos. Finalmente, tuvo que dejar de estar a mi cuidado e irse a una instalación de vivienda asistida. Mientras la visitaba, pasaba una gran cantidad de tiempo con las personas de esa instalación. Tuve la oportunidad de observar de primera mano el impacto que tienen los animales en la comunidad de la tercera edad, así como también lo difícil que puede resultar para ellos cuidar de sus mascotas. Esto es particularmente cierto para quienes ya no pueden conducir. Allí, también había personas que durante años no habían hablado o hecho algún gesto. Sin embargo, cuando una vez llevé al perro de raza schnauzer miniatura de uno de mis amigos, fue la primera vez que vi sonreír o reír a esa persona en particular. Ella se me acercó y sostuvo al perro durante un rato. Experimentó unos cinco minutos de lucidez solo por abrazar al perro. Luego, cuando me llamaron al servicio activo durante la pandemia de COVID, mis dos abuelas fallecieron. Cuando regresé, visité de nuevo a esa comunidad de vivienda asistida y comprendí que el COVID había golpeado duro a todos, especialmente a los ancianos que tienen mascotas. No contamos con muchos veterinarios móviles en esta área y esa fue la razón por la que abrí mi clínica.

¿Qué tipo de divulgación a la comunidad realiza para dar a conocer su empresa?

Todavía estamos haciendo mucha divulgación y, para serle honesta, habríamos podido crecer mucho más rápido de haberlo hecho desde el principio. Estamos tratando de recuperarnos estratégicamente para no agobiarnos. Tenemos que asegurarnos que nuestros procesos sean los correctos.  Hacemos muchas “Yappy Hours” en las que nos reunimos con diferentes comunidades que nos necesitan y les proporcionamos cosas como “Pup Cups” con crema batida y helados y botellas de agua para perros. También pasamos varias horas conversando con las personas acerca de sus mascotas y las preocupaciones que pudieran tener. También les permitimos que visiten nuestro vehículo e instalaciones. Otra cosa que hacemos es presentarnos en foros, para hablar sobre cómo mejorar la salud mental y el bienestar a través de los animales.

Usted acaba de comenzar, pero ¿cuál es su meta a largo plazo para su operación?

La meta es siempre ser móvil. Un elemento fundamental para ello es contar con una flota de vehículos con varios veterinarios. En el país existen otras clínicas que hacen lo mismo que nosotros. He escuchado sobre organizaciones que cuentan con alrededor de 15 clínicas móviles y que prestan servicios en diferentes partes de su área metropolitana y de la comunidad. También ahora mismo tenemos una enorme crisis de cuidados intensivos en esta área, en la que no contamos con suficientes unidades de emergencia, por lo que sería bueno para nosotros tener ese tipo de servicio móvil para nuestros clientes. Deseamos ser capaces de ayudar en la atención de algunos de los casos menos graves para que los veterinarios de emergencia puedan hacerle frente a la carga de trabajo que suponen las cirugías de urgencia y las transfusiones de sangre. Queremos poder ayudarles con esa carga.